La empresa, concebida en su sentido genérico de una conjunción de recursos humanos, financieros y materiales para una finalidad determinada, puede tener dos dimensiones: privada o pública.
La empresa privada está contextuada principalmente en el mercado y la empresa pública se desarrolla esencialmente en un contexto del Estado.
El contenido histórico de las dimensiones y relaciones entre Mercado y Estado, determina (fijarse bien, que no se dice "condiciona") el funcionamiento de la empresa ya sea pública o privada.
En la terminología reciente se han acuñado dos términos parecidos pero diferentes: eficiencia y eficacia. 
La mejor y más simple explicación que se nos ha referido es que eficiencia se relaciona con el proceso de hacer las cosas correctamente y que eficacia señala el proceso de hacer las cosas correctas. La eficiencia establece como hacer correctamente y óptimamente el uso de los recursos y la eficacia establece cómo tomar la acción y decisión táctica y estratégica correcta.
Se nos ha ilustrado la diferencia con un doloroso caso clínico en El Salvador. En el Hospital del Instituto Salvadoreño del Seguro Social le amputaron equivocadamente una pierna a un paciente. Hicieron correctamente la amputación, fueron eficientes; amputaron la pierna incorrecta, fueron ineficaces. 
Para nosotros fueron las dos cosas, ineficientes e ineficaces, pero referimos el ejemplo para denotar hasta dónde puede llegar el intento probablemente pueril de deslindar conceptos en Administración. ¿Se puede ser eficiente siendo ineficaz? ¿Eficaz siendo ineficiente?. 
El problema es de priorizar la acción que debe hacerse eficazmente; si se usaron "eficientemente" los recursos en una acción incorrecta, o ineficaz de acuerdo a la terminología, simplemente se desperdiciaron los recursos y por lo tanto no pudo haber un uso eficiente de los mismos.
Toda empresa pública o privada, orientada al Mercado o al Estado debe ser eficiente y eficaz.
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